Comentario
Capítulo XXVIII
De las demás cosas que adoraban los indios
Como dije en el capítulo antecedente, no había cosa fuera de los términos comunes, a quien no atribuyesen los indios alguna deidad y reverencia, ofreciéndole sacrificios a su modo, y así adoraban la tierra fértil, que llaman camac pacha, y la tierra nunca cultivada que dicen pacha mama, y en ella derramaban chicha y arrojaban coca y otras cosas, rogándole que les hiciese bien, y ponían en medio de las chácaras una piedra grande, para en ella invocar a la Tierra, y le pedían les guardase las chácaras y, al tiempo que cogían los frutos della, si hallaban un género de papas diferentes que las ordinarias, llamadas llallaguas, y las mazorcas de maíz y otras raíces de diferente hechura, las adoraban y hacían, como dicen comúnmente, la mocha con diversas ceremonias, y comían y bebían y bailaban alrededor de ellas, y aun no ha muchos años que en cierto lugar de indios yungas en la sierra, porque nació un hongo mayor que los ordinarios, se juntaron los indios e indias e hicieron con él una solemne procesión, cantando y bailando alrededor dél, y le ordenaron una gran fiesta como a cosa divina y, habiéndose sabido y castigado por cierto corregidor a los autores de semejantes idolatrías, los dejó volver a donde habían cometido la maldad, para que reincidiesen en ella, como se sospechaba de su mala inclinación, porque estos casos no se castigan cual deben; la atrocidad dellos para en el castigo y pena, dar escarmiento a los demás.
En las minas, que ellos dicen coya, reverenciaban a. los metales mejores, que llaman mama, y a las piedras dellos las horadaban, besándolas, con diferentes ceremonias, y a la plata y a las pepitas de oro en polvo y a las guairas, donde se funde la plata, y al metal llamado soroche, al azogue y bermellón que llaman ychma, y limpi, que eran muy preciados para sus supersticiones.
Al tiempo del barbechar o arar la tierra, sembrar o coger el maíz, papas y quinua, yucas, camotes y otras legumbres y frutas de la tierra, le suelen ofrecer sebo quemado, coca, cuy, corderos y otras cosas, bebiendo y danzando y, para ello, algunas veces ayunaban, absteniéndose de comer carne, sal y otras cosas que hubiesen llegado a juego, y tenían por abusión que las mujeres preñadas, o las que estaban con el monstruo, pasasen por los sembrados.
Cuando levantaban alguna casa nueva, hacían sacrificio con sebo, cuyes y coca y carneros y, cuando las cubren y acaban, las velaban de noche, bebiendo y bailando, y todo para que les sucediese bien y, yendo al pasto a ver el ganado, hacían lo mesmo, para que multiplicase. Los indios ovejeros adoraban a una estrella que ellos llaman urcuchillay, que dicen es un carnero de muchos colores, el cual entiende en la conservación del ganado. Esta se entiende ser la que los astrólogos llaman lira; y también reverenciaban otras dos estrellas, que andaban cerca desta, llamadas catuchillay y urcuchillay, que fingen ser una oveja con un cordero.
Los que vivían en las montañas y lugares de arboleda, adoraban una estrella, que dicen choquechinchay, que es un tigre, a cuyo cargo fingían estaban los tigres, osos, leones y también hacían reverencia a otra estrella, dicha ancochinchay, y otra que llaman machacuay, que predomina sobre las serpientes y culebras, para que no les hiciesen mal y les librase de semejantes animales y peligros, porque tuvieron creído que todos los animales y aves de la tierra tenían en el cielo otro semejante suyo, a cuyo cargo estaba su generación y aumento, y así adoraban a diversas estrellas, como a la chacana, topa-torca, mamanay, mirco y miqui-quiray y otras así.
Habíaseme olvidado decir que, después de la huaca del Viracocha y el Sol, la tercera en lugar y estimación que tenían, era la del trueno, a quien llamaban chuquiylla, catuylla e yntillapa, y fingían que es un hombre que en el cielo estaba en su voluntad el tronar, llover, granizar y todo lo demás que pertenece a la región del aire y, en general, reverenciaban a ésta en todo el reino, y le sacrificaban niños de la misma manera que al Sol y si, cuando tronaba acaso acontecía parir alguna mujer en el campo, decían que la criatura que nacía era hijo del trueno, y ansí se había de dedicar a su servicio, y aún hoy día lo afirman, y hay mucho número de hechiceros que llaman hijos del trueno.
También le llaman Santiago al rayo, por causa de haber visto en la conquista del Cuzco al bienaventurado apóstol Santiago, patrón de nuestra España, pelear contra los indios, y en favor de los españoles, con espada de fuego, que despedía de sí muchos rayos; y así a la dicha ciudad conquistaron con poca fuerza de los nuestros, por lo cual vino la ciudad a tomarle por patrón y abogado; y así se llama
Santiago a la dicha ciudad, y sacan aquel día el estandarte, y hacen mucha fiesta.